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¿Por qué se rompen los móviles?

Los móviles se pueden rompen. Es una realidad. Todos conocemos (o hemos sufrido en nuestras propias carnes) casos de personas con la pantalla del móvil hecha pedazos después de una caída que parecía lo más tonto del mundo, o después de haberlos dejado cerca de alguna fuente de calor, frío, después de haberse sentado y levantado… Los factores que afectan a la integridad de un teléfono móvil, y en especial de su pantalla, son muchos y muy variados.
En este artículo repasaré algunos de estos factores, además de comentar cuáles son los accidentes más comunes que suelen sufrir nuestros dispositivos móviles, y los cuidados más importantes que debemos tener en cuenta para protegerlos y alargar su vida lo más posible y en las mejores condiciones.

La pantalla, ese elemento frágil

En muchas ocasiones, decimos “se me ha roto el móvil” para referirnos a que se nos ha roto la pantalla. Y es que el display del teléfono es una de sus partes más importantes, por muchos motivos: suele ser el elemento que ocupa el mayor área visible, con el que más interactuamos, uno de los más caros de reparar, y además uno de los más frágiles también. Esta combinación hace de la pantalla la candidata perfecta para llevarse todos los golpes, y debe ser por tanto una de las partes que más cuidemos del dispositivo.
La pantalla del Aquaris E5 cuenta con tecnología OGS (One Glass Solution) y protección Dragontrail
La pantalla del Aquaris E5 cuenta con tecnología OGS (One Glass Solution) y protección Dragontrail
Las pantallas, por lo general, no son elementos flexibles. Las diferentes capas que las forman le confieren rigidez, sobre todo las capas más externas, que además deben protegerlas de golpes y arañazos. Podemos pensar que, al ser elementos duros, deben ser más resistentes. Sin embargo, la rigidez significa absorber menos las vibraciones (lo veremos en detalle más adelante). En una pantalla pensada para ser plana, la rigidez es necesaria. Imagina por un momento que la pantalla aparentemente plana de tu dispositivo, en realidad tuviera pequeños bultos salientes y entrantes, o que se hundiera ligeramente cuando presionas con el dedo. El resultado sería que la imagen que ves presentaría irregularidades, las líneas rectas no se verían como tales correctamente, y la experiencia de usuario en definitiva sería peor. Por ello, si una pantalla ha de ser plana, es necesario garantizar que sea lo más plana posible, y que no se deforme ante los factores externos. ¿Consecuencia? La pantalla es rígida, para lo bueno y para lo malo.

Así se producen las roturas

Bien, ya sabemos que la pantalla es plana y rígida. Como ya he adelantado, el hecho de ser rígida se traduce inmediatamente en que las vibraciones se absorben peor. Y dirás: “¿qué más me dan las vibraciones? Mi móvil no se rompe por vibrar, se rompe por los golpes”. Bueno, en realidad, los golpes no son más que otro tipo de vibración, de mayor o menor intensidad (amplitud), y con mayor o menor frecuencia, pero al fin y al cabo es lo mismo.

Diagramas de fuerzas

Cuando se somete una pantalla a fuerzas, todas estas fuerzas se suman para dar una fuerza resultante. Las fuerzas son magnitudes vectoriales, esto quiere decir que tienen un módulo, una dirección y un sentido. El módulo es el “cuánto de fuerte” es la fuerza, y la dirección y el sentido indican hacia dónde “apunta”. Por eso, si las fuerzas apuntan exactamente en la misma dirección y sentido, la fuerza resultante será otra con la misma dirección y sentido, y con un módulo igual a la suma de los módulos de las componentes. Sin embargo, si las fuerzas tienen la misma dirección pero sentidos opuestos, se restarán (se sumarán con signo negativo). Esto hace que, cuando un teléfono se nos cae al suelo, las fuerzas que sobre él actúan sean realmente complicadas de analizar, ya que un primer impacto generará un diagrama de fuerzas determinado, los posibles rebotes generarán a su vez otras composiciones de fuerza, y cada una de éstas estará modificando en mayor o menor medida la estructura del teléfono. A menudo, los componentes del terminal pueden absorber estas fuerzas, y dispersarlas en su superficie (sobre todo las partes más flexibles), o modificar su forma de maneras “no destructivas” (por ejemplo, soltándose la carcasa trasera si es extraíble). Pero otras veces no es posible, y en este caso puede ocurrir que la fuerza resultante sea tal que supere la tensión máxima que soporta un componente (por ejemplo, la pantalla). Como consecuencia, el componente se rompe para liberar la tensión aplicada.
Diagrama de fuerzas
Al sufrir una caída, sobre el cuerpo del dispositivo se producen diferentes fuerzas que afectan a toda su estructura.

Interferencias de ondas

Si es complicado analizar el diagrama de fuerzas que actúan sobre un teléfono que cae al suelo, es aún más complejo profundizar en sus detalles y analizar las interferencias que se producen en su estructura. Y no me refiero a interferencias electromagnéticas, sino a interferencias de ondas físicas de presión… me explico: cuando el teléfono golpea una superficie, la presión que se ejerce sobre el punto de impacto genera, a niveles microscópicos, ondas de presión que se propagan por la superficie y cuerpo del terminal. Es similar a dejar caer una piedra en un estanque y ver las ondas que ésta genera, en forma de “valles y picos”, solo que a una escala mucho menor.
Interferencias en el agua
Ondas interfiriendo entre sí en el agua, causadas al impactar dos cuerpos uno cerca del otro (fuente: www.acusticaysonido.com)
Las ondas se propagan como frentes de ondas (normalmente esféricos). Al llegar a un borde del teléfono (o a cualquier elemento o cambio de medio), una parte de las ondas rebota. Ese frente de ondas rebotado se encontrará con otros frentes de onda rebotados en otros puntos, y se sumarán, generando lo que se conoce como interferencias (idealmente cuando las ondas que interfieren tienen la misma longitud de onda). Imaginemos que se cruzan dos frentes de onda en un estanque después de haber dejado caer dos piedras.
  • Si los dos frentes de onda tienen la misma fase, o sea, si cuando se superponen tienen sus picos y valles en la misma posición, el resultado será otra onda con picos con altura igual a la suma de las alturas de los picos de los frentes sumados, y con valles con una profundidad igual a la suma de las profundidades. Es lo que se conoce como interferencia constructiva.
  • Si los dos frentes tienen fase opuesta, los picos de uno se restan con los valles del otro y viceversa. Esto hace que disminuya la altura y profundidad de los picos y valles resultantes (aniquilándose las ondas entre sí si tienen la misma amplitud). Esto es una interferencia destructiva.
Diagrama interferencias
Representación de interferencias constructivas y destructivas (fuente: www.todo-fotografia.com)
Esto, que así explicado puede parecer sencillo de analizar, se complica si tenemos en cuenta que un impacto puede generar innumerables interferencias de ondas de presión sobre la pantalla del teléfono: decenas o cientos de frentes de ondas interfiriendo entre sí en décimas de segundo tras el impacto, hasta que van poco a poco perdiendo amplitud sus “picos y valles”, dispersándose por el material. Es fácil imaginar la ingente cantidad de puntos en los que la vibración que se propaga se suma con otras vibraciones rebotadas, creciendo su amplitud en un área muy pequeña de la superficie (cuanto menor sea el área de deformidad, mayor será la presión, como veremos más adelante), y propiciando la ruptura del material que no puede soportar dicha tensión.
Interferencias
Los golpes generan vibraciones en el material, que rebotan y se suman creando interferencias de frentes de ondas que pueden producir roturas.

Presión

Relacionado con todo lo que hemos visto hasta ahora, está el concepto de presión. Hasta ahora, hemos hablado de golpes y caídas. Pero las pantallas también se rompen por aplicarles una fuerza constante demasiado elevada, por ejemplo apoyando algo pesado encima, teniéndolo en mala posición en nuestro bolsillo al sentarnos, etc. Como digo, en realidad son todo expresiones distintas para referirnos a lo mismo, ya que aplicar una fuerza de este tipo generará otras fuerzas de reacción en el dispositivo que conformarán un diagrama de fuerzas complejo, pero conceptualmente es más sencillo pensar en que le estamos aplicando una fuerza constante significativa.
Sin embargo, el hecho de aplicar una fuerza, per se, no dice demasiado. Es más interesante pensar en términos de presión. La presión se define como la proyección de la fuerza aplicada perpendicularmente por unidad de superficie (comúnmente, P=F/S). ¿Qué significa esto? Pues que si consideramos una fuerza F fijada, la que sea, aplicada a una pantalla, su efecto será más crítico si la aplicamos sobre una superficie pequeña que sobre una superficie grande.
Ejemplo de presión
En el ejemplo de esta imagen, a igualdad de peso, el móvil de la derecha sufriría una presión mayor que el de la izquierda, porque la superficie de apoyo del peso es menor.
En el caso extremo, si la superficie sobre la que aplicamos la fuerza fuera lo más pequeña posible (superficie nula, en el caso extremo, un único punto infinitesimalmente pequeño), la presión que se ejercería sobre la pantalla tendería a infinito, incluso aunque estuviéramos aplicando una fuerza minúscula, y la pantalla se rompería con toda seguridad. En el mundo real, no podemos aplicar la fuerza a zonas infinitamente pequeñas, claro. Pero sí que sigue siendo válido el concepto de que, al aplicar una fuerza a la pantalla, si esta fuerza se reparte sobre su superficie, la presión será menor que si se concentra en una zona muy pequeña. Es exactamente lo mismo que ocurre con los típicos martillos para romper las ventanas de seguridad en los autobuses, por ejemplo: esos martillos terminan en una punta que busca que, al dar el golpe al cristal, la superficie de contacto sea la menor posible, para que nuestra fuerza se concentre en ese punto y la presión aplicada al mismo sea enorme, rompiendo así el cristal.
Martillo para romper cristales
Ejemplo de martillo Silverline para romper cristales, con una cabeza pesada acabada en punta. En dicha punta se acumula la fuerza del impacto, produciendo una gran presión y rompiendo el cristal.
Aplicado a nuestros móviles, la idea es evitar dejar sobre ellos pesos elevados, especialmente si se concentran en una superficie pequeña. También es importante que si lo llevamos en el bolsillo y nos sentamos, intentemos que no se ejerza presión sobre la pantalla por ejemplo por una llave o una moneda que podamos tener en el bolsillo, y que concentre sobre su superficie la presión.

Cambios de temperatura

Para terminar, simplemente comentar que los cambios de temperatura son otra de las cosas que pueden afectar seriamente a la integridad de nuestros dispositivos, sobre todo los cambios más bruscos. Al cambiar la temperatura, los materiales se dilatan y se contraen. Normalmente estos cambios se absorben fácilmente, ya que los dispositivos se diseñan pensando en soportarlos lo mejor posible, en evitar que el calor de unos componentes pueda afectar a otros, etc. Pero no siempre es así, y puede darse el caso de que si la pantalla presenta alguna microfractura (por ejemplo por alguno de los puntos comentados hasta ahora), incluso imperceptible para nosotros, algún cambio de temperatura sea el desencadenante de que termine de romperse.

1.000 maneras de morir

Como vemos, para un móvil, la muerte acecha en cada esquina (especialmente si esa esquina choca directamente contra su pantalla). Estos peligros, además, son comunes para la inmensa mayoría de las marcas (se salvan algunos modelos pensados para ser todo-terrenos o para deportes de riesgo). Como ejemplo, podemos tomar un estudio publicado por Mobile Insurance de 2013, en el que muestran que la cuarta parte de los usuarios de iPhone presentaba su teléfono con la pantalla rota al momento del estudio.
Y es que, las caídas y golpes fortuitos, no son lo único que puede acabar con la vida de un móvil. Hace unas semanas, SquareTrade ha publicado el primer estudio europeo sobre “Accidentes de smartphone en Europa”, mostrando unos datos bastante curiosos:
  • El 39% de los españoles que tiene un smartphone le ha causado daños a su móvil en los últimos 2 años.
  • El 15% ha roto su smartphone mientras veía alguna competición deportiva (se dejaron llevar por la emoción del momento).
  • Un 12% ha olvidado su teléfono sobre el techo de su coche y ha arrancado, con las trágicas consecuencias para el móvil que podemos imaginar.
  • A un 15% se le ha caído su teléfono al WC.
Como vemos, situaciones de lo más cotidianas pueden terminar con nuestro móvil roto, por lo que debemos extremar las precauciones en todo caso para garantizar su integridad.

¿Qué precauciones podemos tomar?

Hay una serie de buenos hábitos que nos pueden ayudar a proteger nuestro teléfono.
  • Lo primero, es ser cuidadosos con nuestros dispositivos. Hay que tener cuidado de no apoyarles nada pesado encima, ya que aunque de primeras no veamos que se haya roto la pantalla, el contacto de los diferentes paneles que la forman puede verse afectado, encontrándonos con problemas incluso tiempo después de estar utilizándolo normalmente.
  • A la hora de meterlo en el bolsillo, como ya se ha comentado, es conveniente no tener en el mismo compartimento monedas, llaves u otros objetos que puedan rozar la pantalla o ejercer presión sobre ella. Además, debemos intentar que la posición del teléfono en el bolsillo sea tal que, cuando nos sentamos, no se ejerzan fuertes presiones sobre él.
  • Hay que apoyar el smartphone sobre la mesa con cuidado, en vez de lanzarlo. Aunque los dispositivos se someten a pruebas para comprobar su resistencia a este tipo de acciones cotidianas, nosotros debemos por nuestra parte hacer todo lo posible para minimizar los golpes que se lleva el teléfono.
  • Si se trata de un smartphone de gran tamaño o un phablet, puede que utilizarlo con una mano no sea del todo sencillo, sobre todo si tenemos la mano pequeña. Por eso debemos ser cuidadosos y sujetarlo convenientemente para evitar que se caiga.
  • Evitar los cambios bruscos de temperatura también es algo muy importante a tener en cuenta, porque pueden acentuar pequeñas fracturas existentes de golpes anteriores que hayan pasado desapercibidas hasta ese momento.
  • Es conveniente contar con fundas protectoras para nuestro dispositivo. Existen modelos diferentes, con un mayor o menor grosor, y un nivel de protección distinto, según nuestras preferencias o nuestro estilo de vida. Estas fundas absorben los impactos que, de otra forma, habría recibido el teléfono, por lo que éste se libra del daño siempre que el golpe no sea de una intensidad muy elevada.
  • Además, los protectores de pantalla ayudan a mantenerla como el primer día, protegiéndola de los arañazos superficiales que podrían causársele.
  • Por último, también es buena idea contar con algún seguro o con un producto que nos ofrezca garantías extras sobre posibles percances que pueda sufrir nuestro smartphone (como, por ejemplo, el bq Todo Riesgo).
Para terminar, creo que el siguiente vídeo es un buen resumen de las situaciones de las que debemos intentar alejar nuestro dispositivo. Se trata de las pruebas que realiza bq a sus terminales, y entre ellas se dan situaciones de las que he comentado en el artículo. Como digo, los móviles se diseñan para resistir todo lo posible este tipo de “ataques”, pero por nuestra parte debemos contribuir a que el entorno sea lo más amigable posible con el smartphone, minimizando así las posibilidades de sufrir cualquier tipo de rotura en el mismo.

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